Humanidad que a un tiempo puedes contener lo ruin y lo sublime,
Situada estás entre dos mundos que se oponen;
Espíritu y materia te componen
Y luchas por saber tu identidad.
Si es este hombre el punto crítico de una creciente evolución,
¿A quién he de oír? ¿A los influjos ciegos aquí de la materia,
o a lo que dicta allá mi corazón?
Hacia dónde dirigir el devenir, hasta ayer mecanicista,
Si es que las riendas de mi mundo ya he tomado
¿Cómo saber si son engaño o son la pista;
Las concepciones que hasta ahora me he formado?
El ser inerte, frente a mí está, ¿acaso indiferente?
O es que expectante aguarda a ver mi crecimiento,
Pues mi conciencia apenas despertada;
Como un pequeño contempla el firmamento.
¿¡QUIÉN SOY!? A un grito pregunto a las estrellas
Y poco entiendo lo que es todo este mundo,
Tal vez el hecho de ser distinto a todas ellas,
Hace que guarden, celosas; silencio tremebundo.
Yo aún no puedo volar, pues no soy ángel,
Y a la sola materia no me puedo confiar,
Tal pareciera que existo bifurcado
Y con mi especie me deba refugiar.
¿A quién buscar para encontrar sosiego?
¿Cuál mi quehacer y rumbo en esta vida?
¿Por qué mi alma sospecha que escondida
La Gran Verdad está dentro de mí?
¡Cuántos anhelos despierta lo infinito!
¿Con qué derecho aspiro así a tal grandeza?
Si sólo soy un ser, mitad barro y torpeza
Que habita en un guijarro por ahí.
Mi solo esfuerzo jamás me dará la respuesta,
Si hasta el espacio-tiempo en su ley es relativo,
Básteme entonces confiarme en lo que soy
Y con los míos, los hombres; ¡Estar comprometido!
Alfonso Castillo G.
Profesor de Filosofía de la Ciencia.
27 de Julio del año 2020.
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